Usted dirá,
¿Quién ha osado enviarme flores?
Que con prisa y sin temores
llegó raudo, para aliviar mal de amores.
No es mi intención asustarla
pero sí un poco cautivarla
y con suerte alguna presenciarla,
¡Pues está claro!...no dejar de amarla.
No se cuestione demasiado
pues de mucho sentimiento bañado
que de no aceptarlo, rozaría al pecado.
Este presente encierra un destino
que se vuelve más preciado, como el vino.
Aún fuerte al tiempo, sin olvidar nunca el camino.
Deseando posarse en cada latido
de su cuerpo entero, el muy ladino.